Se estima que 150 mil personas portan el virus de la hepatitis B y que 400 mil estarían infectados por el virus C en el país
Hepatólogos y gastroenterólogos argentinos se pronunciaron sobre el aumento de los casos de hepatitis A y B en el país. De acuerdo con lo que registra la agencia Télam, los principales factores que podrían estar vinculados a esta delicada oleada serían las bajas tasas de vacunación y el “relajamiento” en las medidas de prevención.
La hepatitis A, que suele ser benigna, puede evolucionar a un estado “fulminante” y poner en riesgo la vida u obligar a un trasplante, al igual que el virus B, que se contagia como el VIH pero es “100 veces más infectivo”. Una vacuna del calendario nacional puede prevenir a los pacientes ante el contagio de estas enfermedades.
Estadísticas oficiales detallan que la hepatitis B es la responsable del 45% de los casos “fulminantes” en Argentina. Según se indica en Télam, se estima que unas 150 mil personas portan el virus y que tres de cada diez requerirán trasplante de hígado si no se las detecta y trata a tiempo.
“Quienes no tengan claro si se dieron las tres dosis indicadas para el virus B, pueden realizarse un sencillo análisis que mide la presencia de anticuerpos y así sacarse la duda. Vacunados no contraemos el virus y no lo contagiamos. Es una responsabilidad de todos cumplir con el calendario de vacunación obligatorio“, declaró a la agencia Ezequiel Ridruejo, ex presidente de la Aaeeh.
Beatriz Ameigeiras, presidenta de la Aaeeh, opinó que dos factores influyeron en los nuevos casos de hepatitis B: “Por un lado, la mejora de los tratamientos contra el VIH, que lograron cronificar una enfermedad que había sido muy difícil de tratar décadas atrás. Por otro lado, se hicieron más esporádicas las campañas masivas de concientización, entonces como sociedad nos hemos relajado”.
Recordó que los principales factores de riesgo para contraer esa patología son tener madre y hermanos positivos, uso inadecuado de procedimientos médicos, comportamiento sexual de riesgo, uso de drogas inyectables, hemodiálisis, transfusiones sin el control adecuado (actualmente, es obligatoria su detección), piercings y tatuajes sin la esterilización necesaria y ser VIH-positivo, entre otros.
En el caso de la hepatitis C, aún no se cuenta con una vacuna disponible, pero puede curarse con medicación. En ese sentido, el principal riesgo está asociado a que la mayoría de las personas infectadas desconoce su diagnóstico. “Cualquiera pudo haber estado expuesto al virus sin sospecharlo, porque se contagia fundamentalmente por el contacto con sangre contaminada o con instrumental médico, odontológico o cosmético que estuviera en contacto con el virus y fuera mal esterilizado”, explicó a Télam.
Las personas nacidas entre 1945 y 1975 tienen mayor prevalencia de infección por virus C por la falta de controles en las prácticas médicas en esos años. Así lo declaró a la agencia la hepatóloga Nora Fernández, miembro de la SAGE, quien les recomendó a los miembros de este grupo “que realicen el test para hepatitis C al menos una vez en la vida”.
“De los cerca de 400 mil infectados que se estima que hay en el país, seis o siete de cada diez no saben que lo están”, graficó la médica, también miembro de la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh).
Pasos detenidos
Ameigeiras recordó a la agencia que Argentina “fue modelo en la implementación de un programa de vacunación contra la hepatitis A con una sola dosis, que luego fue replicado a nivel internacional”.
“Lamentablemente, hoy estamos también ante nuevos casos de hepatitis A en edad escolar, algo que parecía parte de un pasado dejado atrás. Éramos un ejemplo en la lucha contra este virus, que además representaba la primera causa de trasplante hepático en edad pediátrica”, se lamentó.
En ese sentido la hepatóloga infantil Teresita González, médica del Hospital de Niños Sor María Ludovica de La Plata, alertó que “el número de chicos diagnosticados con hígado graso se está incrementando significativamente“.
“Lo que hoy se da es una combinación nada saludable de inactividad física con dietas insalubres, que se refleja en el crecimiento de los diagnósticos de hígado graso en la obesidad o el sobrepeso, y no tan excepcionalmente en chicos que tienen una contextura normal. Esto no era común hace diez años”, afirmó a Télam.
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