Rut Kiman, médica pediatra con una vasta trayectoria en el área de cuidados paliativos perinatales, aporta herramientas para el abordaje del dolor del recién nacido. Asimismo, subraya la importancia de establecer una comunicación efectiva entre el equipo tratante y la familia.
Frecuentemente, los recién nacidos están expuestos a dolor agudo, subagudo y crónico dentro de la unidad de cuidados intensivos perinatales ya que atraviesan procedimientos, cirugías y procesos de enfermedades. Por ejemplo, los recién nacidos prematuros, especialmente aquellos de menos de 30 semanas de gestación, pueden estar expuestos a entre 10 y 15 intervenciones dolorosas por día.
Sin embargo, este tema no fue motivo de preocupación durante mucho tiempo. Por criterios erróneos, se creyó que no eran capaces de sentir dolor o recordarlo.
“Hoy es posible demostrar que el recién nacido, incluso el prematuro, no solo es capaz de percibir dolor, sino que, producto de su inmadurez, puede experimentarlo de manera más intensa y difusa”, comenta Rut Kiman, médica pediatra con una vasta trayectoria en el área de cuidados paliativos neonatales.
Se trata de un tema polémico puesto que algunas investigaciones sugieren que, para que el feto perciba dolor, es necesario el desarrollo de la corteza y los tractos tálamo-corticales.
“Dado que la corteza y los tractos tálamo-corticales se desarrollan después de 24 semanas de edad gestacional, estos trabajos descartan la percepción del dolor fetal hasta el último trimestre”, aclara la especialista.
Los recién nacidos no pueden comunicar verbalmente su malestar. Expresan su dolor a través de comportamientos específicos, con respuestas fisiológicas y bioquímicas. Por este motivo, Kiman agrega que “la evaluación del dolor debe ser continua e incorporada en el proceso de atención neonatal”.
El mejor enfoque para el manejo del dolor neonatal es la prevención. En este sentido, es preciso:
En un entorno de cuidados intensivos puede resultar difícil para los padres sentirse involucrados en el cuidado de su bebé. Pero, actualmente, se trata de que participen y estén más presentes.
De acuerdo con Kiman, los profesionales de salud pueden obtener información de los padres sobre el comportamiento que su bebé expresa. Asimismo, el contacto piel a piel durante al menos 10 minutos, antes de un procedimiento doloroso como la punción del talón, ha demostrado ser eficaz para reducir el dolor y la angustia del recién nacido, particularmente en aquellos que responden en menor medida a la sacarosa.
“Al participar y tener la oportunidad de consolar a sus bebés, los padres mejoran su confianza como cuidadores y el vínculo con su hijo”, indica la experta.
Según Kiman, el dolor experimentado durante muchas semanas o meses en una unidad neonatal de cuidados intensivos podría ser un factor contribuyente de alteraciones en el sistema nervioso central, en la capacidad de respuesta al estrés de los sistemas neuroendocrino e inmune y en el comportamiento en etapas posteriores.
Kiman subraya que establecer una comunicación franca y honesta con la familia de un bebé que padece una enfermedad que amenaza o limita la vida, debe ser un objetivo prioritario para los profesionales de salud en su práctica diaria.
En este aspecto, la especialista indica que la comunicación es una “herramienta terapéutica” que brinda acceso al principio de autonomía que ejercen los padres de un bebé, a la confianza mutua y a la información necesaria para ser ayudado.
En síntesis, permite la coordinación entre el equipo tratante y la familia.
Una familia bien informada sobre lo que está sucediendo cuida mejor, toma decisiones sobre hechos que comprende y genera menos conflictos.
Para lograr una comunicación adecuada es necesario afrontar:
Estos son algunos de los temas que serán abordados por la doctora Kiman en el Curso Superior de Cuidados Paliativos perinatales de océano medicina.
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