Diversas investigaciones aportan información sobre qué ocurre con las reinfecciones y cuál es el rol de las cepas de SARS-CoV-2 en ellas. Mientras que otras proporcionan más datos sobre las posibles causas de la COVID prolongada y cuánto influyen en su desarrollo las distintas variantes del virus.
Una gran parte de la población mundial ya ha recibido las tres dosis del esquema de vacunación contra la COVID-19. Esto ha provocado un descenso drástico de las internaciones y fallecimientos por esta patología. También, cabe agregar que las nuevas cepas del SARS-CoV-2 de mayor transmisión comunitaria, como ómicron, resultan menos mortales. Pues, en la mayoría de los casos, generan cuadros leves de infección. Sin embargo, algunas preguntas quedan aún sin resolver. Por ejemplo, qué ocurre con las reinfecciones y cuál es el rol de las cepas de SARS-CoV-2 en ellas. Asimismo, qué se sabe sobre la COVID prolongada y cuánto influyen en su desarrollo las distintas variantes del virus.
Diversas investigaciones alrededor del mundo centran sus esfuerzos en tratar de responder estas preguntas. Así, aportar algo de claridad e información que permita inferir hacia donde se dirigirán las acciones sanitarias futuras. Esto en el marco de la emergencia por COVID-19, que lleva ya poco más de dos años.
El médico infectólogo pediátrico Danilo Buonsenso trabaja en el Hospital Universitario Gemelli. Él comenzó a ver a niños que, meses después de presentar infecciones leves por SARS-CoV-2, todavía tenían dificultad para respirar, fatiga aplastante y otros síntomas. El doctor Buonsenso sospecha que, en algunos de ellos, las células y los tejidos que controlan el flujo sanguíneo están dañados. Esto aumenta la tendencia de la sangre a coagularse.
El especialista viene estudiando este tema desde hace dos años. Según comentó a la revista Science, diminutos coágulos de sangre, sobrantes del ataque viral o alimentados por sus secuelas, podrían obstruir la circulación del cuerpo, con un efecto negativo en el organismo, desde el cerebro hasta las articulaciones.
“En algunos pacientes tenemos áreas específicas donde no entra flujo de sangre o el flujo se reduce”, dice Buonsenso. Y sostiene que, si bien no puede afirmar que esto sea el único causante de la COVID prolongada, cree que puede tener un importante efecto en ella.
Amy Proal es una microbióloga estadounidense que trabaja en PolyBio Research Foundation, una organización sin fines de lucro en el estado de Washington. Proal investiga si el SARS-CoV-2 sigue afectando negativamente a las personas al permanecer en el cuerpo. Incluso después de que pase la infección aguda.
Los estudios llevados adelante por la especialista demostraron que el virus es capaz de persistir en una amplia gama de sitios del cuerpo, especialmente en los nervios y otros tejidos.
En tanto, el inmunólogo australiano Chansavath Phetsouphanh, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, está estudiando las alteraciones del sistema inmunológico de algunos de sus pacientes, 8 meses después de que hayan obtenido un resultado de COVID positivo. El doctor Phetsouphanh creía que las células inmunitarias, galvanizadas para combatir la infección, se habrían calmado en ese lapso de tiempo. Sin embargo, fue una sorpresa que estas células no se recuperaran.
Los tres investigadores están de acuerdo en que sus líneas de investigación se cruzan inevitablemente. El virus persistente, por ejemplo, podría atacar el sistema circulatorio, provocando coágulos de sangre o inflamación crónica.
Un desafío final es identificar tratamientos que alivien o reviertan estas anomalías y ayuden a los pacientes a sentirse mejor. Con este propósito, en el Reino Unido, los investigadores están lanzando un ensayo clínico que estará entre los más grandes del mundo para probar posibles terapias de COVID prolongada, de manera aleatoria y estadísticamente sólida.
Según un estudio publicado en The Lancet y retomado en MedScape, la variante ómicron del SARS-CoV-2 genera la mitad del riesgo de desarrollar COVID prolongada que la variante delta. Solo un 5% de las personas que contraen ómicron experimentan síntomas como confusión mental, fatiga, dolores de cabeza, problemas cardíacos. Además de otros problemas de salud, un mes después de haberse infectado.
El estudio se considera uno de los primeros informes a gran escala sobre los riesgos a largo plazo de ómicron. Para desarrollarlo, las y los investigadores rastrearon a miles de personas con resultado de COVID-19 positivo para determinar los riesgos de una COVID prolongada con diferentes variantes del virus SARS CoV-2.
Se compararon a más de 56.000 personas que se infectaron, en el reino Unido, con la cepa ómicron, entre diciembre de 2021 y marzo de 2022, con más de 41.000 personas que lo hicieron con la variante delta, entre junio de 2021 y noviembre de 2021.
Los pacientes documentaron sus síntomas usando la aplicación COVID Symptom Study. Los que contrajeron ómicron tenían la mitad de probabilidades, que los que contrajeron delta, de seguir experimentando problemas de salud un mes después. De esta manera, la probabilidad de desarrollar COVID prolongado a partir de la cepa ómicron fue del 4,5% en comparación con el 10,8% de delta.
Un estudio de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, que todavía es revisado por pares para su publicación en la revista científica Nature, indicó que padecer reinfecciones por COVID-19 no es inocuo. Con cada nueva infección existe un mayor riesgo de enfermar, requerir hospitalización y fallecer por cualquier causa, tanto en la fase aguda como posaguda de la enfermedad.
Entre los problemas que pueden provocar las reinfecciones, la investigación enumera los siguientes: daño de órganos a nivel pulmonar y extrapulmonar, desórdenes gastrointestinales, renales, mentales, músculo-esqueléticos y neurológicos, diabetes y fatiga, entre otros.
El estudio se realizó en personas de 60 años o más ya que se considera que a mayor edad, más aumenta la fragilidad y el riesgo de enfermar. Otro factor de riesgo es no estar vacunado/a, pues aumentan las probabilidades de desarrollar cuadros graves de la enfermedad, que se pueden potenciar con las reinfecciones.
De acuerdo con la investigación, la reinfección a los 6 meses condujo a un mayor riesgo de mortalidad (en un 2,38%), hospitalización (en un 9,5%), y eventos médicos posteriores a la COVID (en un 19,6 %).
Medicina general
50 horasMedicina general Medicina intensiva
350 horasTélam
Science
MedScape
Suscripción exitosa
¡Muchas gracias por suscribirte
a nuestro newsletter!