Mientras la producción masiva de una vacuna contra la COVID-19 parece ser una meta aún lejana, los resultados positivos de la ivermectina y el suero hiperinmune de caballos, cuyos efectos en pacientes con COVID-19 están siendo monitoreados desde hace algunos meses, proporcionan esperanzas en la lucha contra la enfermedad.

Acción antiviral en fases tempranas de la infección

Recientemente, se conocieron los resultados del proyecto Evaluación del efecto antiviral del fármaco ivermectina contra SARS-CoV-2. La investigación estuvo a cargo de un equipo liderado por el Dr. Alejandro Krolewiecki, del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales de la Sede regional Orán de la Universidad Nacional de Salta (UNSa).

El estudio expresó que cuando se inicia en etapas tempranas de la infección (hasta 5 días desde el inicio de síntomas), la administración de ivermectina produce una eliminación más rápida y profunda del virus.

El hallazgo de la actividad antiviral de la ivermectina es resultado de un estudio clínico sobre 45 pacientes con enfermedad leve o moderada en distintos centros hospitalarios (CEMIC, Muñiz y Alta Cuenca de Cañuelas). A 30 de ellos, se les administró ivermectina en altas dosis. Al resto, no. Después, se les hicieron mediciones de seguridad del medicamento, cuantificación de virus en secreciones respiratorias y niveles de ivermectina en sangre.

Los pacientes que recibieron ivermectina presentaron una respuesta antiviral significativamente diferente a los no tratados. El efecto se evidenció en una mayor disminución de virus en secreciones.

En la misma línea, el suero de caballos también se aplicaría en fases tempranas de la infección. Al ser testeado en pruebas in vitro tuvo la capacidad de frenar el crecimiento del virus. Luego, se les suministró a pacientes con COVID-19 inmediatamente después de que el resultado de su test expresara un diagnóstico positivo.

El suero hiperinmune, desarrollado por el laboratorio Inmunova junto a la Universidad Nacional de San Martín y otras 6 instituciones, fue probado en pacientes de diversos centros de salud. Los resultados de las pruebas clínicas del tratamiento se conocerán el próximo mes de noviembre.

De la veterinaria a la medicina

Tanto el desarrollo de la ivermectina como el del suero hiperinmune implicaron el cruce entre dos disciplinas: la veterinaria y la medicina.

La producción de sueros equinos hiperinmunes se utiliza desde hace años para el tratamiento contra el veneno de serpientes y alacranes o contra la toxina tetánica o el botulismo.

Para lograr el medicamento hiperinmune los investigadores inyectaron en caballos una proteína del virus SARS-CoV-2 que sirvió como antígeno. Es decir que al introducirse en el organismo de estos animales indujo una respuesta inmunitaria provocando la formación de anticuerpos.

Aproximadamente un mes después de inyectar la proteína recombinante del SARS-CoV-2 a los caballos y generar una respuesta inmune, se les extrae plasma. Los anticuerpos son sometidos a un procesamiento para obtener fragmentos de alta pureza, que son los que se usan en el tratamiento en humanos.

Por su parte, la ivermectina es un medicamento para el tratamiento de un amplio rango de parásitos internos y externos. En la cuenta de Instagram @science_and_argentina, el doctor en Ciencias Biológicas Ignacio Jure explica que, en la década del 70, este medicamento fue desarrollado para uso veterinario ya que se empleaba como antiparasitario de caballos.

Sin embargo, en esa misma década, comenzó a ser utilizado para el tratamiento de la oncocercosis (o ceguera de los ríos), una patología provocada por un parásito que, justamente, generaba ceguera en los humanos. Era frecuente en África y algunos países de América Latina.

Dosificación de la ivermectina y el suero hiperinmune

En el estudio, realizado en Salta, se suministraron altas dosis de ivermectina a los pacientes -una proporción de 0,6 miligramos por kilo de peso (el triple de lo usado habitualmente)-.

Jure explica que la ivermectina inhibe un canal de cloro que se expresa solamente en invertebrados. Por lo que resulta neurotóxica para los parásitos. Como los mamíferos no tienen ese canal de cloro, no se ven afectados.

En el caso de los virus, que no presentan ese canal de cloro, el medicamento genera inhibición de la importina, una proteína que se encarga de transportar el material genético de los virus desde el citoplasma de las células al núcleo. Si se impide este transporte, el virus no puede replicarse.

El coronavirus SARS CoV-2 no se replica en el núcleo, sino que se mantiene en el citoplasma. Entonces, este mecanismo no explica por qué la ivermectina podría servir para el tratamiento de la COVID-19. No obstante, esta sí podría funcionar como inmunomodulador, dado que inhibe a la helicasa, una proteína que permite el desenrollamiento del material genético, incluido el material genético viral. Al inhibir esta proteína, el medicamento impediría la replicación del virus.

Cabe destacar que estos mecanismos son presunciones que no han sido confirmadas porque no constituyen la acción típica de la ivermectina.

En cuanto al suero hiperinmune, los pacientes recibieron dos dosis. Una en el momento del diagnóstico y la otra, 48 horas después.

Producción local y a escala

El suero hiperinmune de caballo se puede producir a gran escala. Por un lado, porque los caballos tienen un volumen de sangre de seis a siete veces mayor que el de los humanos (un adulto posee entre 5 litros y 6 litros, en cambio un equino entre 35 litros y 40 litros). Por otra parte, porque a los caballos se les proporciona una cantidad muy grande de antígeno que les permite producir una importante cantidad de anticuerpos, con una potencia entre 20 y 100 veces mayor a los que producen los pacientes durante una infección natural.

El equipo de investigadores está trabajando para cubrir las necesidades de suero de caballo de todo el país. En tanto, la ivermectina se produce en Argentina y es un medicamento conocido entre los productores agropecuarios.