Los profesionales de la nutrición hemos observado cómo la incidencia de la alimentación en las actividades deportivas ha mostrado un inusitado dinamismo. Esto es típico de las ciencias del deporte y la salud. El análisis dio como resultado grandes avances en materia de investigación. Además de consensos publicados por organizaciones deportivas y cuestionamientos de las evidencias disponibles. Basta decir que solo en el año 2021 se publicaron 3.879 artículos bajo las palabras clave “nutrición deportiva”.

Los objetivos y las necesidades nutricionales no son homogéneos ni estáticos. Los atletas y sus equipos de colaboradores implementan programas de periodización. En estos, la preparación para el máximo rendimiento se alcanza mediante la integración de diferentes tipos de entrenamientos en los distintos ciclos del calendario de sus actividades.

Los planes de nutrición deben ser personalizados teniendo en cuenta la especificidad y la singularidad del evento y del sujeto; los objetivos de rendimiento; las preferencias alimentarias y las respuestas fisiológicas y anatómicas a diferentes estrategias. Por eso, mi primera propuesta es determinar cada uno de estos parámetros antes de comenzar a delinear el plan nutricional.

Principales objetivos

El principal objetivo de las estrategias de nutrición para las competencias, debería ser aportar las reservas de sustratos adecuados para satisfacer las demandas de combustible del evento y sostener la función cognitiva. En cuanto al rendimiento se refiere, la disponibilidad de energía es la base fundamental para la salud y el éxito de las estrategias de nutrición. Uno de los objetivos que se consideran como una meta es alcanzar la composición corporal asociada al rendimiento. En estos casos, se debe individualizar y periodizar. Se deben evitar prácticas que provoquen una disponibilidad energética muy baja llevando a un estrés psicológico.

Sobre competencia y fatiga

Los carbohidratos y las proteínas se deben expresar por kg de peso. Esto permite que las recomendaciones sean adaptadas al amplio rango de tamaños corporales y la diversidad de los requerimientos según el tipo de deporte. La nutrición para la competencia debería apuntar a estrategias que puedan reducir o retrasar la fatiga. Existen hallazgos para los eventos más cortos, en los que se observó que la capacidad del cerebro para censar la presencia de carbohidratos y otros componentes nutricionales en la cavidad oral puede disminuir la fatiga.

Se necesita un enfoque pragmático para el asesoramiento sobre la utilización de suplementos y alimentos deportivos en virtud de la alta prevalencia de motivación para su consumo.

En mi experiencia con atletas, la “nutrición periodizada” es estratégica en el abordaje de ellos para obtener adaptaciones que respalden el rendimiento. Los estudios de “entrenamiento bajo” (entrenar con bajo glucógeno), han mostrado efectos beneficiosos, pero no he visto muchos atletas que hayan mejorado su rendimiento con esta práctica. Lo mismo ocurre con aquellos métodos para entrenar “hipohidratado” (para reducir los efectos negativos de la deshidratación), desde mi punto de vista controvertido.

No existe un método que aborde todas las necesidades de un individuo para cada situación.

La práctica recomendada es la combinación óptima de diferentes métodos de entrenamiento nutricional. Algunos de estos ya han encontrado su camino en las prácticas de entrenamiento de los atletas y otros en los que la evidencia de su eficacia es escasa.