El papel de las y los profesionales de enfermería durante una crisis epiléptica es fundamental. Se encargan de registrar el comportamiento del paciente antes, durante y después de la crisis. También, de aplicar técnicas para su compensación en caso de que la crisis no cese.
La epilepsia es una enfermedad cerebral crónica no transmisible que afecta a, aproximadamente, 50 millones de personas en todo el mundo. El papel de las y los profesionales de enfermería durante una crisis epiléptica es fundamental, ya que se encargan de dejar un registro del comportamiento del paciente antes, durante y después de la crisis. También, de aplicar técnicas para su compensación en caso de que la crisis no cese.
La epilepsia se caracteriza por producir convulsiones recurrentes, es decir, episodios breves de movimiento involuntario que pueden involucrar a una parte o a todo el cuerpo. Estos episodios, en ocasiones, se acompañan de pérdida de la conciencia y el control de la función intestinal o vesical.
Las convulsiones se deben a la producción de descargas eléctricas excesivas en un grupo de células ubicadas en diferentes partes del cerebro.
Los episodios epilépticos pueden ser muy breves e implicar contracciones musculares; o prolongados, con convulsiones más intensas. Su frecuencia puede variar desde menos de una al año hasta varias al día.
Se estima que el 25% de los casos de epilepsia son prevenibles. La reducción de los traumatismos craneales, la administración de medicamentos y otros métodos para bajar la temperatura corporal en niños afiebrados, la disminución de los factores de riesgo cardiovascular, la eliminación de los parásitos en entornos tropicales y la educación sobre cómo evitar las infecciones pueden ser eficaces para prevenir la epilepsia.
Es importante que las y los profesionales de enfermería describan y registren la hora de inicio del evento y la conducta previa del paciente (llanto, movimientos estereotipados). También, que señalen los factores desencadenantes (estimulación luminosa, auditiva, sensitiva, emocional, fiebre, sueño, alcohol, hipo/hiperventilación, menstruación).
Durante la crisis, es indispensable que observen los movimientos del paciente, y que describan y registren sus cambios de posición. Además, que señalen el sitio de comienzo de las convulsiones (mano, pulgar, boca) y que indiquen si se está en presencia de una fase tónica o clónica (sacudidas, partes corporales afectadas).
Otro aspecto a tener en cuenta es el rostro. Se debe analizar si en él existen cambios de color (palidez, cianosis o enrojecimiento) o transpiración.
Asimismo, deben observar la boca, describir y registrar su posición, desviación de la comisura y mordedura de la lengua.
Dos aspectos más a considerar son los ojos y el esfuerzo respiratorio. En el caso de los globos oculares, se debe observar la posición (hacia adelante, arriba o los lados) y las características de las pupilas (cambio de tamaño y reacción a la luz). En cuanto a la respiración, se debe describir y registrar la presencia y duración de apneas o de estertores.
Si existen otros eventos como micción o defecación involuntaria, también deben ser descritos.
Después de la crisis, las y los enfermeros deberán describir y registrar la hora de finalización, el estado de conciencia y motriz del paciente y sus signos vitales.
Se conoce como período ictal a la convulsión propiamente dicha. Por su parte, el período interictal es aquel que sucede entre crisis convulsivas, donde la actividad cerebral es más normal.
En tanto, el período postictal es considerado aquel que ocurre posteriormente a una crisis convulsiva, cuando el cerebro se recupera.
Si la crisis no finaliza luego de 4 minutos, Enfermería deberá:
Geriatría Medicina familiar
600 horasMedicina familiar Medicina general
60 horasOMS
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